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Madre e hijo

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  MADRE E HIJO *   Todos somos soñadores; ninguno sabe quién es. Alguna máquina nos hizo; la máquina del mundo, la familia que restringe.   Después, de vuelta al mundo, pulidos por suaves látigos. Soñamos; no recordamos. La máquina de la familia: pelaje oscuro, selvas del cuerpo de la madre.   La máquina de la madre: blanca ciudad dentro de ella. Y antes de eso: tierra y aire.   Musgo entre las piedras, briznas de hojas y de hierba. Y antes, células en una gran oscuridad.   Y antes de eso, el mundo tras un velo. Para esto naciste: para silenciarme.   Células de mi madre y de mi padre, llegó el momento de ser fundamentales, de ser la obra maestra.   Yo improvisé, nunca recordé. Ahora es tu turno de entrar en acción; tú eres el que pide saber:   ¿Por qué sufro? ¿Por qué soy ignorante?   Células en una gran oscuridad. Alguna máquina nos hizo; es tu turno ahora de exigirle, de volver a preguntarle:   ¿para qué existo? ¿Para qué existo?   Del poemario Las siete edades (2011, tradu

La calle

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  LA CALLE  * Es una calle larga y silenciosa. Ando en tinieblas y tropiezo y caigo y me levanto y piso con pies ciegos las piedras mudas y las hojas secas y alguien detrás de mí también las pisa: si me detengo, se detiene;

Lejos de la tierra

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LEJOS DE LA TIERRA * Contemplé tanto la belleza que mi visión le pertenece Konstantinos Kavafis Súbitamente descubro en tu cuerpo mis líneas, como el reflejo silencioso de una imagen delirante como el susurro suplicante de palabras sofocadas súbitamente te propongo absoluta, y redundando, rindo culto a los murmullos de una estrella sumergida

Sol

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SOL * El sol brincó en el árbol. Después todo fue pájaros. Lejos, aquí, llovía el cielo de tus manos, un cielo pequeñito, profundo, solitario. Hora todo es distancia, ceguedad, aletazo. El sol tiene en el árbol inquietudes de pájaro.

Así sea

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ASÍ SEA * El día queda atrás, apenas consumido y ya inútil. Comienza la gran luz, todas las puertas ceden ante un hombre dormido, el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.

Madre palabra viva

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¡MADRE PALABRA VIVA! * He aquí lo que vieron mis ojos y escuchado mis oídos.  Desde niño clave mi mirada en esa mujer a quien admiro y ensalzo por sus extraordinarias virtudes. A ella siempre la vi llena de fortaleza y belleza.  Ya en los andes escalando hasta las nieves perpetuas. Por las quebradas de nuestros valles y abismos sus pies faldean; suben, bajan cerros y lomas. No temen al rayo, desafían las tempestades!.  Es la reina que camina descalza con el hijo a las espaldas amándole con verdadera unción humana, con ese purísimo cariño que es indescriptible. Y en las grandes ciudades de calles y arenales, la pobreza es vencida con amor propio. Como heroínas del valor. Así, es la madre!.

Alla voy alla voy piedras esperen

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ALLÁ VOY, ALLÁ VOY, PIEDRAS ESPEREN! * Alguna vez o voz o tiempo podemos estar juntos o ser juntos, vivir, morir en ese gran silencio de la dureza, madre del fulgor.